¿Una casa llena o vacía?
Mateo 23:37-39
Por: Lic. Acela Góliz C.
¡Cómo pasa el tiempo! Desde que empezamos esta jornada de cumplir con el llamado que Nuestro Dios y Señor nos ha hecho, ha transcurrido muchos años. Y como las gallinas ponedoras, hemos puesto muchos huevos, los hemos empollado, muchos pollitos han nacidos, muchos han crecidos, otros se han extraviado en el camino, otros se han ido de casa, otros han permanecido; pero, gracias a Dios, muy pocos se han muerto. En esta ocasión, queremos hacer eco de las Palabras de nuestro Señor Jesucristo cuando oró por Jerusalén diciendo:
Mateo 23:37-38 “¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados. Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no quisiste. Mirad, “vuestra casa se os va a quedar desierta”. Así pues, os aseguro que ya no me veréis hasta que digáis: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”.
¿Sabes, amado hermano? Los que pasaron por aquí y han dejado una huella dolorosa, y los que están y no están, no han sabido valorar a las siervas y siervos que Dios les ha permitido el privilegio de tener en sus contornos. La calidad del pastorado, en el que el pastor queda oliendo a oveja, ha sido la tónica en este ministerio. Porque el pastor que no pastorea, sino que desde su cuarto refrigerado y con citas muy alejadas se digna si acaso a atender a sus ovejas, son los que pobres ovejas con problemas serios de auto estima, esperan con optimismo; que si al cabo de cuatro años de espera su tan querido pastor, que nunca lo ha visto, ni sabe como se llama y que existe, se digne en atenderle. Y a esta clase de pastores, aman. Pero, llegará el día en que tengan que darle honra y respeto al que lo merezca.
¿Te preguntas por que la casa “aparenta” estar desierta? Este pasaje de Mateo 23, encierra la respuesta a tu interrogante. Muchos son los amigos de este ministerio que en el anonimato se alimentan de la Palabra que se sirve desde el púlpito de esta iglesia y que llaman a pedir consejería porque están en lugares en que no están siendo pastoreados. Pero, no han tenido el valor de dar el paso correspondiente. Pronto lo harán. Porque dejarán de dejarse llevar por las apariencias físicas de nuestro ministerio: en dónde no hay lujos ni grandes comodidades, pero que la unción del Espíritu Santo es una tremenda realidad que marca la diferencia entre una casa vacía y una casa llena. Vacía de mirones y llena de adoradores.
El día que aprendan a honrar a sus autoridades y que puedan decir:”Benditos los que vienen en el Nombre del Señor” verán con claridad la Gloria de Dios que ya se está moviendo en esta casa. Ese día verán que “el pequeño vendrá a ser mil y el menor un pueblo fuerte…” Isaías 60:22